EL FISCAL

 EL FISCAL

las sirenas hacian un ruido ensordecedor, las luces de las patrullas se reflejaban en las ventanas del vencidario, no había estrellas en el cielo, era una noche oscura y poco amigable, de una de las casas sacaron a una mujer en camilla y la subieron a la ambulancia, dos policias traian atado de manos a un hombre corpulento de cabellos cenizos.

Uno de los militares lo empujó arrojándolo hacia la pared y empezó a patearlo, a la vez que le preguntaba:

¿Cual es su nombre ? Narciso Escobedo

¿Su identificación? . El hombre con la cabeza amordazada buscaba nerviosamente entre sus bolsillos, en realidad no sabía quien era, ese sufrimiento eterno, ese odio creciente, injustificado quizás,  enraizado en su interior desde su infancia, esos momentos cruciales en que las faldas le provocan una ira incontrolable que lo hace incapaz del menor razonamiento, sufría si, sufría mucho porque anhelaba como todo ser humano ser amado, pero había ocaciones en que perdía el control de su conciencia y la mirada tierna de una mujer le provocaba ira y descontento.

El militar palideció al ver la credecial que ya sostenía en sus manos, y soltó nerviosamente al detenido  a la vez que con voz temblorosa le decía... Fué una equivocación señor Fiscal, disculpe usted, pensamos que se trataba de un simple borracho.

No se preocupe mi Teniente, ahí nos ponemos al corriente con las Heladas de los Tucanes.