LA CURANDERA

 

 


LA CURANDERA
 
En la calle 8 vivía una anciana que recogió un pequeño gatito abandonado, la buena mujer le tomó cariño y lo consentía bastante, compartía sus alimentos con él y siempre salía acompañada del felino, vivía en una casucha humilde de cartón y su pasatiempo era cultivar hierbas de olor que le permitían darle un mejor sabor a sus guisos. 

En el barrio donde vivía difícilmente llegaban los médicos, así que cuando alguien enfermaba los vecinos solían ir a su casa a comprar algunas ramitas para preparar  infusiones curativas, era tanto el éxito que alcanzaron éstos remedios que se regó la voz hacia otras colonias , y la gente empezó a acudir a la humilde choza de la curandera.

Lo más curioso del caso es que el gatito regaba todas la noches las plantas en lugar de usar su arenero, sin que la anciana se percatara de ello. La naturaleza trabaja de formas misteriosas, las propiedades curativas que con la ayuda del gato alcanzaron éstos cultivos se convirtieron en un remedio popular para diversas dolencias.

La curandera poco a poco hizo una buena fortuna que le permitió comprar un terreno más grande y construir la casa de sus sueños, se instaló en su nuevo domicilio pero con las prisas perdió al felino que probablemente se habrá quedado en el viejo barrio. Como su fama era muy notoria la gente seguía visitándola, pero poco a poco al ver que ya no obtenían los mismos resultados con sus brebajes dejaron de frecuentarla. La anciana nunca se percató del motivo por el cual sus plantas eran tan milagrosas, pero agradeció siempre que la fortuna se haya cruzado en su camino.